Hoy he recibido un correo de un amigo español en el que, sorprendido, me preguntaba si había visto esto: El Mundo. Personalmente, nunca tuve el placer de ver en directo el uso de cadenas para amarrar con seguridad las pertenencias a la silla donde uno está sentado, pero cierto es que desde que tengo uso de razón, yo en Argentina jamás he dejado una mochila, bolsa, bolso y demás efectos personales fuera de la vista. Aún así, alguna vez me han robado.

Lo triste de esta noticia no es lo que comenta, porque robos hay en todo el planeta, sino que me he dado cuenta de que ya no siento vergüenza por la fama que este tipo de sucesos nos otorga a los argentinos. Eso es más triste aún, ¿estaré perdiendo mi verdadera nacionalidad? Espero que no, porque yo quiero ser argentino toda mi vida, con lo bueno y con lo malo.

Un abrazo,
Fede