Durante el mes de mayo estuvimos de visita en Buenos Aires, disfrutando del cariño de familiares y amigos. Pasamos unos días muy agradables en los que tuvimos la suerte de saborear la compañía de nuestros seres queridos. También tuvimos la oportunidad de presenciar otra realidad, un mundo diferente, otra crisis que en mi opinión es mucho más real que la que aclaman los bancos y las grandes empresas. Poco a poco iré contando mi experiencia, quiero dejar por escrito las conclusiones que he sacado luego de visitar mi querida tierra natal, que son muy diversas y me han ayudado a crecer, como siempre.

Este texto está dedicado a otro asunto, proveniente de Argentina también, en concreto de ese basurero social que ha generado Marcelo Tinelli. Para quienes no lo sepan, afortunados ellos, este mediocre personaje lleva adelante una serie de programas en televisión que año a año degradan a la especia humana, todavía un poco más. El nivel de humillación hacia el prójimo que impone este subnormal es sorprendentemente superado por sí mismo en cada ciclo.

Desde hace algún tiempo, emite lo que denomina «Bailando Kids». Lo de «Kids» quiere decir niños, lo digo para aquellos que no sean tan cool o ni tan in como para entender el Spanglish porteño, esa lengua que sólo hablamos los entendidos. Se trata de un concurso en el cual un número de parejas de niños bailan diversos ritmos. Al final de cada baile, un jurado emite su opinión, su valoración y luego se decide qué parejas siguen adelante. No hace falta entrar en los detalles operativos del juego, de hecho, así narrado suena a lo más normal del mundo.

El horror se produce en varios puntos a lo largo del programa. Por un lado, visten a los niños con indumentaria que incluso estaría prohibida para los adultos. Minifaldas, escotes y demás accesorios que en una niña de 10 años son inadmisibles. Por otro lado, el tipo de baile preferido es todo lo que se parezca al reggaeton, ritmo que se caracteriza por tener unos movimientos que sólo deberían estar reservados para los adultos. Por si esto fuese poco, el jurado, que está integrado por auténticos retrasados mentales encumbrados por la élite de la subnormalidad social reinante, emite comentarios tales como: «bien como perreaste», «estuviste sensual», «esa cara de seductor», entre otras.

Sé que Argentina ha perdido completamente su escala de valores, está claro, simplemente quiero recordar a todos aquellos que lean esto que esas frases constituyen un delito de abuso de menores, penado por la ley. Claro que a muchos esto sonará a «¡qué exagerado!», pero no lo es, por supuesto. En cualquier pais serio, si alguien dice esa barbaridad a una niña menor, en cuestión de minutos recibiría una orden judicial por abuso de menores y se enfrentaría a una situación muy complicada. En Argentina no, por supuesto. En Argentina, Tinelli y el resto de su audiencia lo aplauden. Paradójicamente, esa audiencia incluye jueces y abogados.

Un abrazo
Fede

Al parecer, la carga de trabajo que no me dejaba ni respirar desde principios de año ha vuelto a la normalidad. Todos los clientes se acordaron de Akamai en estos meses y se nos vino una avalancha de proyectos, cosa que es de agradecer en este momento en que todas las empresas se han subido al fantasma de la crisis para no tener que gastar dinero. En este tiempo hay dos noticias muy importantes en mi vida:

  • Después de mucho esfuerzo, tiempo y paciencia, Ale aprobó el examen de conducir. Dicho sea de paso, el teórico lo aprobó con 0 (cero) errores, todo un hito. Para aquellos que tienen que hacer el examen en España, saben el trabajo que supone lograr dar este paso.
  • Matías ha dejado de usar pañales. Aprovechamos la Semana Santa, que pasaría 4 días seguidos en casa, para sacarle los pañales y enseñarle a usar su inodoro (w.c. para mis lectores españoles). No sé muy bien cómo, pero Matías supo perfectamente lo que tenía que hacer y casi no tuvimos necesidad de cambiarle la ropa. Tiene perfectamente identificada la sensación de hacer pis o caca, lo pide, se sienta en su baño y hace lo que tiene que hacer como si lo hiciera de toda la vida. Impresionante. Yo todavía estoy sorprendido. También hay que destacar el logro de Ale, que tiene una paciencia infinita y eso le da a Matías una seguridad en sí mismo que asusta.

Otra de las novedades es que dentro de poco estaremos en Buenos Aires, visitando a familiares y amigos. Tengo unas ganas tremendas de poder abrazar a tanta gente, mi última visita fue en Septiembre/Octubre de 2007. Es mucho tiempo. Hoy no hablaré de los sentimientos que me produce volver a mis raices, prefiero disfrutarlo y meditar sobre ello cuando esté de vuelta. De momento ya tengo un buen plan para algunos de nuestros días en Argentina, entre ellos, volver a ver a Les Luthiers en directo, con su espectáculo Lutherapia.

Un abrazo y nos vemos pronto,
Fede

Hoy amaneció con lluvia, pero en un par de horas empezó a caer una nevada de las fuertes y no parece que quiera parar. Esta es una de las fotos que acabo de hacer con el móvil.

 

Nieve en Las Rozas 1

Nieve en Las Rozas 1

Y otra foto más.

 

Nieve en Las Rozas 2

Nieve en Las Rozas 2

Lo más difícil en este tipo de días es mantener a Matías ocupado dentro de casa sin que se vuelva loco. Ale es especialista en eso, a las pruebas me remito.

 

Matias pintando

Matías pintando

Un abrazo,
Fede

Hoy he recibido un correo de un amigo español en el que, sorprendido, me preguntaba si había visto esto: El Mundo. Personalmente, nunca tuve el placer de ver en directo el uso de cadenas para amarrar con seguridad las pertenencias a la silla donde uno está sentado, pero cierto es que desde que tengo uso de razón, yo en Argentina jamás he dejado una mochila, bolsa, bolso y demás efectos personales fuera de la vista. Aún así, alguna vez me han robado.

Lo triste de esta noticia no es lo que comenta, porque robos hay en todo el planeta, sino que me he dado cuenta de que ya no siento vergüenza por la fama que este tipo de sucesos nos otorga a los argentinos. Eso es más triste aún, ¿estaré perdiendo mi verdadera nacionalidad? Espero que no, porque yo quiero ser argentino toda mi vida, con lo bueno y con lo malo.

Un abrazo,
Fede

 

Guante Blanco

Guante Blanco

Finalmente se acabaron las vacaciones y toca volver a la rutina en este nuevo año 2009. Uno de los gustos que pude darme durante mis vacaciones fue disfrutar de la serie de TVE «Guante Blanco». La historia trata de un grupo de 4 personas que se dedican a realizar robos profesionales, con la característica de que son hurtos muy bien planificados donde no utilizan la violencia y sólo roban objetos de alto valor muy bien asegurados. Tampoco roban dinero nunca. Completa la historia el grupo de efectivos de la policía nacional que intentan cazarlos. Lo que más me atrae de esta serie es el ingenio que aplican en cada robo, cosa que me recuerda a otra serie llamada «Los Simuladores», originaria de Argentina y adaptada luego en España.

Desafortunadamente, las cadenas de televisión están dirigidas por descerebrados que, en este caso, han decidido retirar la tira por baja audiencia tras 3 episodios. La siguieron emitiendo por internet durante otros 5 episodios, pero finalmente se acabó de forma apresurada dejando un final un tanto forzado y desagradable. Ojalá reconsideraran la decisión y retomasen el trabajo, pero lo dudo. Si no es Gran Hermano, entonces no vale la pena.

El caso es que, ávido de más tramas detectivescas, me crucé con la serie Leverage, que se emite en Estados Unidos. No esperaba mucho de ella, pero le dí un voto de confianza y miré 2 episodios. La trama incluye a un grupo de 4 personas que realizan robos con un cierto espíritu de Robin Hood: roban a ricos para dar a los más necesitados. No me defraudó porque me encontré con lo que esperaba: una pandilla de coleguitas que juegan a ser adolescentes, que sienten que robar para los pobres es cool y que ellos son los salvadores del mundo mientras le dan una patada en el trasero a los malos. Yeah! Come on boys!. Lo de sentirse salvadores de los más necesitados es curioso, se repite en muchas películas estadounidenses y en una gran mayoría de sus series… es para analizarlo.

Después de ver ambas series casi al mismo tiempo me reafirmo en lo que suele ocurrir con las últimas producciones norteamericanas: no usan la cabeza. Es decir, mientras en series como Guante Blanco o Los Simuladores los guionistas realizan unas operaciones sumamente astutas e ingeniosas, donde no hay violencia de ningún tipo, tan solo hábil engaño, en Leverage todos los atracos se consiguen gracias a altísima tecnología, saber pegar mejor que los malos y aprovechar la voluptuosidad femenina para convencer a las víctimas. Es decir, si hay que abrir una puerta con cerradura de combinación, en Guante Blanco se les ocurrió engañar al dueño de la mano que pulsaba las teclas para llenarle los dedos de una solución invisible y pegadiza que marcaría las teclas que son pulsadas mientras que en Leverage sólo bastó insertar una tarjeta conectada a una máquina que por fuerza bruta obtenía la posible combinación. 

En conclusión, la tecnología le está haciendo mucho daño a las tramas policiacas… ¡Feliz 2009 para todos!

Un abrazo,
Fede

Si bien algunos ya estamos de vacaciones desde el viernes pasado, ayer hicimos un festejo familiar en las oficinas de Akamai. Todos los que tenemos hijos los llevamos para que jueguen y disfruten de otra forma el espacio que tenemos en la oficina, que no sólo sirve para trabajar, como ellos han demostrado.

En este album de Picasa dejo algunas fotos. Mientras tanto, yo me voy a disfrutar de estas 2 semanas de vacaciones de invierno, que vienen muy bien para desconectar, cerrar el año de forma relajada y vivir intensamente estas fechas en familia.

Niños en Akamai

Un abrazo,
Fede

Estoy un poco cansado ya de tanta mentira, tanta hipocresía y tanta falsedad. La situación que se vive en estos días alrededor del mundo entero es curiosa y atractiva desde un punto de vista analítico, aunque denota la miseria humana que todos emanamos.

Una situación un tanto irritante para mi es tener que explicar una y otra vez la verdad sobre las noticias que los medios de comunicación argentinos vierten sobre la situación en Europa en general y en España en particular. Cada vez que viene alguien de visita me cuenta unas fábulas dignas de la ciencia ficción. Yo pude comprobar con mis propios ojos cómo los noticiosos que se emiten en Buenos Aires, aquellos que yo veía siempre, tergiversaban las noticias sobre España para que parezcan tremendas y temibles. Quedé atónito al ver cómo se emitía un programa especial sobre el caso del subnormal que golpeó a una chica en el tren de Barcelona por el hecho de ser inmigrante. Lo que nunca se dijo en ese programa especial es que ese delincuente estaba preso a dos días de haber delinquido. El caso es que el objetivo es que los argentinos que viven en Argentina piensen que Europa y España son lugares oscuros, donde todo el mundo muere de hambre, la crisis azota sin piedad y los que vivimos aquí no hacemos más que rezar a San Kirchner para que nos salve de los malvados y xenófobos españoles.

En primer lugar, me sentiría mejor si los medios argentinos dedicasen más tiempo a Argentina, que lo necesita, en lugar de mirar hacia afuera. Desafortunadamente los argentinos somos especiales en mirar hacia afuera. En segundo lugar, desde aquí digo a todo el mundo: NO SE CREAN LO QUE SE DICE POR AHÍ. Siempre hay segundas intenciones, es triste, pero es así. Que otros estén peor no significa que nosotros debamos ignorar lo que sucede a nuestro alrededor.

Los comentarios sobre el supuesto racismo de los españoles para con los inmigrantes son lo que más risa me provoca, porque recuerdo la forma en que los argentinos tratamos a los peruanos, paraguayos, bolivianos, chilenos. Ni que hablar sobre la forma en que los porteños tratamos a los cordobeses, los santiagueños, los tucumanos, los chaqueños, los formoseños. No sigo porque podría nombrar todas las provincias. Por favor, un poco de humildad y contrición.

Un abrazo,
Fede

Esta es una técnica que le enseñaron a Matías en la guardería para ponerse su abrigo. Es curioso, pero los niños lo aprenden rapidísimo.

Saludos,
Fede

 

Matias y yo en el sofá

Matías y yo en el sofá

Esta mañana surgió el típico debate sobre pegarle a los niños, si es bueno o no. Me gustan estos debates porque sacan a flote la verdadera miseria humana, la hipocresía, la doble moral y todo tipo de excreciones similares tan tradicionales en el ser humano. Personalmente creo que es un tema de fácil resolución: la violencia nunca está justificada y menos cuando es dirigida a un niño. En primer lugar, pegarle a un ser indefenso me parece un acto de cobardía. Más aún, cuando se trata de un niño, quien no sólo está en inferioridad de condiciones tanto físicas como intelectuales. Un menor no tiene la capacidad de discernir ciertas cosas como se presupone en un adulto. Eso para empezar a hablar. En segundo lugar, decir que un chirlo es un correctivo leve, que no es pegar, me parece otro acto lamentable de justificación patética. Pegar es pegar, no importa la intensidad. Con ese argumento, dar una bofetada a un compañero de trabajo estaría justificado en un gran número de situaciones, total, es tan solo una bofetada. Intentémoslo y veamos las consecuencias…

 

Creo fervientemente que un chirlo, una colleja, una bofetada, un cachete y demás son, simplemente, un instrumento que evita la parte complicada: educar. Los padres tenemos la responsabilidad de educar, de transmitir las herramientas necesarias para que nuestros hijos sean capaces de tomar decisiones con criterio, con argumentos sólidos, razonadas. ¿Eso es una bofetada? ¿Es un acto razonado, con argumentos sólidos y la decisión tomada luego de meditar sobre el acto que la incita? ¿Se nota que estamos empezando a debatir sobre el absurdo o tengo que seguir?

Sin embargo, aún mucha gente considera que un chirlo a tiempo es un gran remedio. Yo nunca le he pegado a Matías, espero no hacerlo nunca. Desde luego, lucharé con todas mis fuerzas para que mi lado más bárbaro no se apodere de mí y pierda los nervios de tal forma que llegue a una situación de la que me arrepentiré toda mi vida. También estoy convencido de que la forma correcta es intentar explicar siempre, tantas veces como sea necesario, lo que está bien y lo que está mal. «Es que se lo he dicho ya 30 veces», pues dilo 31 si hace falta. Desde luego, las explicaciones siempre tienen que ir acompañadas de un argumento sólido, no vale eso de «no hagas esto porque lo digo yo». Vale, yo soy tu padre, pero aún así a todos nos gusta saber porqué no debemos hacer algo. No es fácil, en concreto Matías no hace mucho caso que digamos, aunque le doy el margen de que tiene 2 años y todavía no entiende muy bien lo que le explicamos. Otro punto importante, en mi opinión, es que las cosas hay que explicarlas aunque pensemos que no entiende. Yo le explico todo a Matías desde que nació, absolutamente todo, intentando hacerlo en términos comprensibles para él. Sé que será más difícil cuando pueda ser él quien pregunte más e indague sobre temas escabrosos, pero yo intentaré siempre explicar. 

Por último, no nos olvidemos de que nuestros hijos son nuestros primeros imitadores, tal y como demuestra la foto que puse… No importa si nos llevamos mal o bien con ellos, si tenemos una relación profunda o distante, simpre, en todos los casos, de una forma o de otra, nos imitan. Cuando hablo de imitar no me refiero únicamente a que copian, sino que todo lo que ven y escuchan de nosotros afecta a su comportamiento futuro. Por ello, los primeros que debemos ser fieles a nuestros principios y a nuestras ideas somos nosotros mismos, los padres. Desde el día que nace nuestro hijo, tenemos la responsabilidad de ser cada día mejores porque tenemos un par de ojos que nos vigilarán el resto de nuestras vidas. Además, esto ocurre en los momentos menos pensados. Lo que decimos frente al televisor, las opiniones que soltamos sobre nuestros jefes o nuestros compañeros de trabajo, la forma en que tratamos a nuestra pareja, a nuestros padres, a nuestros hermanos, el trato que damos al resto de quienes nos rodean. Si nosotros faltamos el respeto al maestro de nuestro hijo, él lo hará. Indudablemente.

Un abrazo,
Fede

Hace unos días tuvimos el enorme placer de ser invitados al casamiento de Anabel y Álvaro, unos amigos que decidieron unirse en matrimonio. Para nosotros la alegría fue doble. Por un lado, saber que han dado un paso tan deseado por ellos, que se han encontrado el uno al otro y verlos tan contentos fue una bocanada de amor de esas que te hacen sentir feliz. Por otro lado, sólo había 30 invitados en total y ser parte de esos 30 nos hace sentir muy orgullosos y a la vez responsables de cuidar una amistad que evidentemente se ha fijado en nuestros corazones sin darnos cuenta. Tanto para nosotros como para ellos, casarse significa uno de los momentos más importantes en la vida de una pareja que vive el amor. Ser parte de ese momento es algo que no olvidaremos.

A todo este torbellino de emociones se sumó la excelente organización de todo. Dejamos a Matías con unos amigos y nos fuimos con el coche hasta Sevilla. Llegamos al hotel el viernes a las 21:15 y a toda velocidad nos fuimos a un hotel donde habían organizado un cóctel para que se conozcan todos los invitados. El hotel elegido estaba justo frente a la Giralda, donde nos asignaron una de las terrazas, combinación que supuso una vista que quita el hipo. Poco a pocos nos fuimos presentando mutuamente y pudimos conocer a todos los invitados. El cóctel estuvo muy bien, pero lo que más disfrutamos fue la compañía y las vistas.

El sábado por la mañana, después de desayunar, nos fuimos todos hasta la Iglesia. El plan era ir a esperar a los novios a su hotel y acompañarlos caminando hasta la Iglesia, pero una lluvia matinal un poco desagradable nos obligó a encontrarnos todos directamente en la Iglesia. La ceremonia fue muy emotiva. Sencilla, pero agradable. Afortunadamente la lluvia cesó y pudimos cumplir el resto del plan. Al salir de la Iglesia recorrimos las calles del casco antiguo de Sevilla en procesión, recibiendo los aplausos de la gente que nos veía pasar, parando a hacer fotos en algunos puntos históricos, como ser la propia Giralda. El recorrido finalizó en el restaurante.

El banquete tuvo lugar en un restaurante impecable. Las raciones eran las justas, no nos dejaron pesados como si nos hubiésemos dado un atracón. El servicio del restaurante también fue ejemplar, nos atendieron muy bien. Por si fuera poco, terminamos la jornada disfrutando de un tablao flamenco a las 12 de la noche, donde presenciamos cómo, a la luz de las velas, dos cantores honraban a la Virgen antes de empezar a cantar para el resto del público. La pasión que ponían entonando para la Virgen era sobrecogedora.

Realmente fue una verdadera alegría, sobretodo porque ellos dos fueron quienes más disfrutaron. Verlos tan contentos y enamorados es un placer y hace que todo se disfrute mucho más. Es una experiencia que no olvidaremos.

Saludos,
Fede